dilluns, 15 de desembre del 2008
Generación del 27
En el año del tricentenario de la muerte de Góngora se produce un interés neo-barroco en la poesía, el qual dió lugar a La Generación del 27.
Algunos de los representatntes de esta generación son:
dimecres, 10 de desembre del 2008
Las Diferencias
dilluns, 8 de desembre del 2008
dimecres, 3 de desembre del 2008
La Piedad del Vaticano o Pietà

Esta maravillosa obra es de bulto redondo, lo que significa que se puede ver en todos los ángulos, pero el punto de vista es frontal.
La delicadeza del modelado de los cuerpos, el realismo que consiguio Miguel Ángel es impresionante, y otra maravilla son los trapeados del vestido de la Virgen.
Una Virgen joven, bella y piadosa cuyas vestiduras se expanden con numerosos pliegues, sostiene al Hijo muerto y que, intencionadamente, aparenta mayor edad que la Madre, en una composición triangular sosegada y llena de ternura. La juventud de la Virgen es muestra del idealismo renacentista: se trata de representar el ideal de belleza y juventud, una Virgen eternamente joven y bella.
diumenge, 30 de novembre del 2008
LA ILUSTRACIÓN O SIGLO DE LAS LUCES.
LA LITERATURA EN EL S.XVIII
LA ILUSTRACIÓN O SIGLO DE LAS LUCES.
La Ilustración es un movimiento filosófico, intelectual y literario que se basa en la crítica racional y en el progreso. Intenta acabar con la crisis barroca, poniendo a España a la altura del resto de Europa.
La Ilustración tiene su cuna en Francia con pensadores como Voltaire, Rousseau, Diderot aunque sus verdaderas raíces están en el siglo XVI con pensadores como Descartes, Bacon y Locke.
Las ideas ilustradas fueron difundidas por LA ENCICLOPEDIA, publicada en Francia, que generó un conflicto con la tradición cristiana.
RASGOS O BASES DE LA ILUSTRACIÓN.
-
Predominio absoluto de la razón humana.- sobre otras fuentes de conocimiento: la razón determinará la verdad o falsedad de las cosas.
-
Apartamiento de la cultura eclesiástica y teológica.- que es sometida a crítica.
-
Ordenación de la vida mediante el progreso.- que conduce al bien común y la felicidad.
-
Sacar al individuo de la ignorancia.
-
La literatura es didáctica.- pretende enseñar.
LOS MONARCAS DEL S. XVIII: LABOR DE LOS BORBONES.
Felipe V, Fernando VI y Carlos III: fue el más importante monarca impulsor de la Ilustración.
Querían terminar con la crisis barroca y poner a España al nivel del resto de Europa. Para ello, tomarían medidas como: favorecer la cultura entre la burguesía y las clases populares e inculcar la tolerancia religioso así como el amor y respeto al trabajo, cultura y leyes.
Se imponen la lengua y literatura como asignaturas obligatorias en centros de enseñanza.
Los centros de enseñanza pasan a ser públicos, mientras que antes estaban en manos religiosas.
El lema del DESPOTISMO ILUSTRADO era “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
LAS NUEVAS INSTITUCIONES CULTURALES.
-
Biblioteca Nacional.
-
Real Academia Española.- fundada por el marqués de Villena en 1713, su lema era “Limpia, fija y da esplendor”. La Academia elaboró el Diccionario de Autoridades (6 volúmenes), una Ortografía, una Gramática.
-
Real Academia de la Historia.
-
Museo del Prado.
-
Jardín Botánico.
LOS DOS GRANDES MOVIMIENTOS ESTÉTICOS DEL S.XVIII.
Neoclasicismo.- El que mejor se adecua al racionalismo de las luces.
-
Todo es simple, natural y razonable.
-
Está proscrito el sentimiento: bastante frialdad.
-
Su nombre viene de ahí: Reglas e imitación de los clásicos.
-
En el teatro: Se adopta la regla de las tres unidades.
Separa lo cómico y lo trágico.
Se proscribe todo lo fantástico y misterioso.
-
Gran auge de la crítica y sátira.
Prerromanticismo.- (2ª mitad XVIII). Sin abandonar las ideas ilustradas reacciona contra la estética Neoclásica.
-
Predominio del sentimiento frente a la razón: expresa la intimidad.
-
Recelo ante las reglas.
EL TEATRO DEL S.XVIII.
-
Respeta la regla de las tres unidades: lugar (la acción sólo puede desarrollarse en un lugar). Tiempo (máximo un día) y acción (la obra sólo puede tratar de un asunto).
-
Separa lo cómico y lo trágico.
-
Temas burgueses.
-
Dirigido a la burguesía, no al pueblo.
GRANDES AUTORES DE LA ILUSTRACIÓN.
-
José Cadalso.- Crítica social: “Cartas marruecas”.
-
Leandro Fernández de Moratín.- Teatro: “El sí de las niñas”.
-
Jovellanos.- Crítica social y sátira: “El delincuente honrado”.
-
Iriarte.- Fábulas “Fábulas literarias” y comedias “La señorita mal criada” (Critica la mala educación de las clases burguesas).
-
Padre Feijoo.- Cuando entra la ilustración. “Teatro crítico universal” y “Cartas eruditas”. En ellos expone críticamente problemas de Filosofía, Arte, Teología, Matemáticas, propugnando la razón.
DOS PERSONAJES IMPORTANTES DE LA ILUSTRACIÓN.
LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN.
-
Madrid (1970). Hijo de Nicolás, F. Moratín, notable escritor.
-
Formación autodidacta: Muy joven consiguió dos premios de la Real Academia Española.
-
Protegido por Godoy y Jovellanos: desempeñó cargos estatales por toda Europa.
-
Personalidad compleja: inteligente, burlón, inconformista, desamorado por egoísmo.
-
Como poeta: desarrolló la sátira contra los vicios introducidos en la poesía española. Propugna su ideal clásico.
En lo lírico, sigue el esquema neoclásico. Percibimos latidos verdaderos.
-
Como dramaturgo.- Considerado el Moliere español. Hizo un teatro razonable, sensato, ajustado a los cánones neoclásicos y total sumisión a las reglas.
No compuso tragedias: prefirió temas ordinarios de la vida doméstica “El viejo y la niña”, “El sí de las niñas” (tratan de la libertad de la mujer para elegir marido y de matrimonios por interés).
“La comedia nueva o el café”.
“La mojigata” (satírico): crítica a la verdadera fe para practicar la religión.
JOVELLANOS.
-
Gijón, 1744.
-
Muy joven desempeñó altos cargos en la justicia en Sevilla y Madrid.
-
En Asturias tuvo un cargo, donde contribuyó al desarrollo del Principado. Creó el Instituto de Estudios Asturianos, donde se enseñaba con espíritu moderno.
-
Godoy lo nombró Ministro de Justicia.
-
A los 57 años fue encarcelado en la Cartuja y Mallorca, pero con la Revolución Francesa, fue liberado (7 años encarcelado).
-
Su obra estrictamente literaria es escasa: dos dramas y varios poemas.
-
Sus escritos más importantes son en prosa y son didácticos (política, historia, filosofía y filología).
-
Jovellanos fue un reformador no revolucionario. Quería favorecer al pueblo, pero sin contar con él (despotismo ilustrado).
LA GENERACIÓN DEL 27
España sufrió enfrentamientos de todo tipo, producidod, por el afán transformador de los gobiernos republicanos.
Las clases privilegiadas se oponían, constantemente, a las mejoras que la República proponía para la clase trabajadora.
Finalmente, el 18 de julio de 1936 estalla la guerra civil española (1936-1939).
En Europa se estaban produciendo experiencias correspondientes a movimientos vanguardistas, que comenzaron a tener influencia en las producciones literarias españolas.
Aparecieron diversos "ismos"( Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo Ultraísmo, Creacionismo.etc.), cuyo objetivo fundamental onsistía en el enfrentamiento, a ultranza, a todas las formas artísticas y de pensamiento del pasado.
En España, surge en 1927 un grupo literario denominado "Grupo del 27" . Todos los autores, se reunieros en el Ateneo de Sevilla, para elebrar la conmemoración del tercer centenario de la muerte de Góngora.
Los autores del Grupo del 27 son:
-Jorge Guillén: "Cántico"
- Luis Cernuda: "La realidad y el deseo"
-Emilio Prados: "Penumbras"
-Federico Garcia Lorca: "POEMAS: Romancero Gitano, TEATRO: La casa de Bernarda alba"
-Garzón
-Rafael Alberti: "Marinero en tierra"
-Pedro Salinas: "La voz a ti debida"
-Bacarisse
-J.Mª Platero
-Manuel Altolaguirre: "la lenta libertad"
-Vicente Aleixandre: "La destrucción o el amor"
-Dámaso Alonso: "Hijos de la ira"
-Gerardo Diego: "Manual de espumas"
Junto a este grupo poético, cabe mencionar otros autores que se encuentras vinculados literariamente con ellos: Moreno Villa, Pablo Neruda, César vallejo o, posteriormente, Miguel Hernández.
Este grupo poético tenia su punto de encuentro en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
La mayor parte de ellos:
- tenían formación universitaria y pertnecían a estracciones sociales acomodadas
- escribieron acerca de las producciones artíticas de sus compañeros del grupo
- Colaboraron en diversas revistas de índole cultural
- Consideraban a Unamuno, Juan Ramon Jiménez y a los hermanos Machado como sus "maestros"
- Recibieron influencias de los moviementosvanguardistas
- No se alzaban en contra de ningún movimiento literario anterior
- Valoran extremadamente la producción lírica medieval y la de los Siglo de Oro así como la poesia popular
- etc..
dissabte, 29 de novembre del 2008
La Generación del 98

1898
El siglo XIX termina con una grave crisis: el final del imperio colonial español. En 1895 se produce el levantamiento de Cuba y en 1896 el de Filipinas, últimas colonias. España, aunque reacciona ante las revueltas, sufre una derrota total y en 1898 se ve obligada a firmar el Tratado de París por el que Cuba consigue la independencia, mientras que Filipinas y Puerto Rico quedan bajo el control de Estados Unidos.
Este acontecimiento provocó en España una ola de indignación y protesta que se manifestó en literatura a través de los escritores de la Generación del 98.
Generación del 98
Una generación literaria es un grupo de escritores que, nacidos en fechas cercanas y movidos por un acontecimiento de su época, se enfrentan a los mismos problemas y reaccionan de modo semejante ante ellos.
Generación literaria | Generación del 98 |
- Un grupo de escritores. | - Sus principales componentes son: Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Pío Baroja, Azorín y Antonio Machado. |
- Nacidos en fechas cercanas. | - Todos nacen entre 1864 y 1875. |
- Movidos por un acontecimiento. | - El acontecimiento histórico que los mueve es la decadencia española y el desastre de 1898. |
- Se enfrentan a unos mismos problemas. | - La imagen lamentable que presenta España, que ha caído en la apatía y el desinterés. |
- Reacción semejante. | - Analizan los males de España e intentan proponer soluciones. |
España
Ante el estado de apatía e indiferencia en el que ha caído el país, se preocupan por encontrar la verdadera esencia o alma de España y el sentido de la vida. Para esto utilizan tres vías:
- La literatura. Cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores de la Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya habían sufrido y analizado estos problemas.
- La historia. En ésta es donde buscan estos escritores la esencia de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
- El paisaje. Ven en el austero paisaje castellano el reflejo del alma y la esencia que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima. Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de España.
Características literarias
Tras la pérdida de las colonias de América en 1898, año del que recibe el nombre esta Generación, sus miembros reaccionan de manera similar:
- Se rebelan y protestan ante el atraso de nuestro país. Esto hace que propongan soluciones para la reconstrucción de la agricultura, la educación, la cultura y la economía del país. También proponen la integración de España en Europa.
- Exaltan nuestros valores nacionales y patrióticos, a medida que adquieren un mayor conocimiento y aprecio de España.
- Su afán reformador hace que adopten un determinado estilo literario para exponer sus ideas:
- Lenguaje sencillo y expresivo que rompe con la retórica recargada de la época.
- Vocabulario apropiado, con el fin de reflejar de la forma más justa posible lo que se quiere expresar. De ahí que abunden palabras cultas, extranjeras y populares.
- Predominio de la oración simple, concisa y breve, evitando los párrafos largos y la subordinación.
TÓPICOS LITERARIOS - ubi sunt
El "ubi sunt" es una antigua forma literaria latina utilizada frecuentemente en la Edad Media, renovada por Jorge Manrique y recreada por las literaturas posteriores (también en la música cuenta con ejemplos evidentes, como en los tangos), cuyo encanto radica precisamente en esa falta de respuesta que induce a la reflexión, a idealizar los recuerdos, a evocar el pasado para reencontrarse con lugares, sentimientos y personas del ayer, a añorar lo perdido, lo que pudo ser.
TEXTOS CLÁSICOS
Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere? (Himno universitario de Europa, de origen medieval)
Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus.
Post iucundam iuventutem, post molestam senectutem, nos habebit humus.
Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere.
Vadite ad superos, transite ad inferos, ubi iam fuere.
Vivat Academia, vivant professores.
Vivat membrum quodlibet, vivant membra quaelibet, semper sint in flore.
Vita nostra brevis est, breve finietur.
Venit mors velociter, rapit nos atrociter, nemini parcetur.
Vivat nostra societas! Vivant studiosi!
Crescat una veritas, floreat fraternitas, patriae prosperitas.
Vivat et Republica, et qui illam regit.
Vivat nostra civitas, Maecenatum charitas, quae nos hic protegit.
Pereat tristitia, pereant osores.
Pereat diabolus, quivis antiburschius, atque irrisores.
Alma Mater floreat quae nos educavit, caros et conmilitones dissitas in regiones sparsos congregavit.
(traducción)
Alegrémonos pues, mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud, tras la incómoda vejez, nos recibirá la tierra.
¿Dónde están los que antes que nosotros pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos, descended a los infiernos, donde ellos ya estuvieron.
Viva la Universidad, vivan los profesores. Vivan todos y cada uno de sus miembros, resplandezcan siempre.
Nuestra vida es corta, en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente, nos arrastra cruelmente, no respeta a nadie.
¡Viva nuestra sociedad! ¡Vivan los que estudian!
Que crezca la única verdad, que florezca la fraternidad y la prosperidad de la patria.
Viva también el Estado, y quien lo dirige.
Viva nuestra ciudad, y la generosidad de los mecenas que aquí nos acoge.
Muera la tristeza, mueran los que odian.
Muera el diablo, cualquier otro monstruo, y quienes se burlan.
Florezca el Alma Mater que nos ha educado,
y ha reunido a los queridos compañeros que por regiones alejadas estaban dispersos
divendres, 28 de novembre del 2008
EL ROMANTICISMO
- Romanticismo:
El triunfo del Romanticismo en España tiene lugar con el estreno de la obra teatral del Duque de Rivas, La conjuración de Venecia en 1834, y Don Álvaro o La fuerza del sino en 1835. Su apogeo fue muy corto entre 1835 y 1840.
El Romanticismo se puede definir como un movimiento contra el Neoclasicismo, que da preferencia a los sentimientos
-Temas de su poesía, prosa y teatro:
-Búsqueda constante de la libertad en la literatura
1.Rechazo de las reglas.
2.Mezcla de prosa y verso.
3.La razón y didactismo de los neoclásicos desaparecen y se sustituyen por la imaginación y la sensibilidad.
-Exaltación y culto al “yo”. El hombre romántico, es un hombre individualista, y tiene mucha importancia la subjetividad.
-Intenso nacionalismo, el cual supone elogiar los valores populares.
-Les encanta una naturaleza llena de contrastes. Como por ejemplo, ambientes nocturnos, naturaleza hostil…
-Exaltación de los sentimientos. Un amor pasional, que deriva a la destrucción, ya que es un amor incontrolable.
-La vida se ve como un desafío, un reto, muchas veces con un final trágico.
-Un intenso idealismo, ese idealismo choca con la realidad, y de ahí el famoso “desengaño romántico” que lleva a la desesperación y a veces al suicidio.
Uno de los autores más destacados de la época es José de Espronceda, la obra más significativa es “Obras completas”, en donde se encuentra el siguiente poema:
La canción del pirata
Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín.
La luna en el mar riela en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Istambul:
Navega, velero míosin temor, que ni enemigo navíoni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza,ni a sujetar tu valor.
Veinte presas hemos hecho a despecho del inglésy han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí; tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"es de ver cómo vira y se previene a todo trapo a escapar;que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer.
En las presas yo divido lo cogido por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!Yo me río no me abandone la suerte,y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena, quizá; en su propio navío Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di,cuando el yugo del esclavo,como un bravo,sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
Son mi música mejor aquilones,el estrépito y temblor de los cables sacudidos,del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento,y del viento al rebramar, yo me duermos osegado, arrullado por el mar.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento,mi única patria, la mar.
- Exalta a un pirata como ejemplo de personalidad original, que vive al margen de la sociedad despreciando las convenciones y los bienes materiales. El protagonista tiene como máximo ideal la libertad.
[ http://www.youtube.com/watch?v=4ZDEQCZTwq8 ]
dijous, 27 de novembre del 2008
El David de Miguel Ángel


El David de Miguel Ángel representa a gran tamaño a este rey bíblico, al estilo clásico: completamente desnudo y como atleta, que porta en su mano izquierda una honda apoyada sobre su hombro y, en la derecha, una piedra. Son claramente apreciables los rasgos del rostro, el cabello rizado, la musculatura, la diartrosis y el contrapposto de la figura.
Su escultura está en la Galería de la Academia en Florencia (Italia). Hasta 1947 la escultura estuvo situada en la Plaza de la Señoría de la misma ciudad, donde ahora puede contemplarse una copia. Pertence al Renacimiento italiano al Cinquecento.
La escultura mide 4,34 metros de altura. El autor de la escultura, Miguel Ángel Buonarroti, realizó esta obra sobre mármol, mediante cincel. Para su realización Miguel Ángel recibió un bloque de mármol, estrecho y muy alto, que llevaba abandonado muchos años en la catedral de Florencia.
El artista eligió, como motivo para la obra, el momento previo al enfrentamiento de David con el gigante Goliat (cuya cabeza no aparece derrotada a sus pies, como era usual en otras representaciones). Por ello, el aspecto contenido y expectante que nos muestra la figura, con los rasgos típicos de un luchador que se apresta al combate. Esa expectación se traduce en la mirada, enormemente penetrante, y se expresa también mediante la tensión corporal: la musculatura (e incluso los tendones y las venas) son claramente perceptibles. En definitiva, podemos hablar de un movimiento claramente contenido, que se convierte en pura tensión corporal.
Además, para que la tensión no pueda confundirse con un absoluto equilibrio, Miguel Ángel emplea el contrapposto y aumenta los volúmenes de ciertas partes del cuerpo, que vienen a simbolizar la fortaleza (no sólo ni mayormente física) del rey David.
La obra comenzó el 13 de septiembre de 1501. En el más absoluto de los secretos Miguel Angel se encerró con su obra, y sólo el 23 de junio de 1503 dejó ver algo de ella a los ciudadanos. En mayo de 1504, Miguel Angel acabó la que es considerada como la escultura más bella y perfecta del Mundo.
El 8 de septiembre de 1504, la estatua quedó inaugurada.
Romanticismo, Realismo, Naturalismo
Durante el primer tercio de este siglo siguen vigentes las ideas neoclásicas .
La primera vez que aparece la palabra "romántico" es en el periódico madrileño "Crónica Científica y Literaria" el 26 de Junio de 1.818 . El editor de este periódico, José Joaquín de Mora tuvo una polémica con Juan Nicolás Böhl de Faber ; éste intenta asociar el cristianismo con el romanticismo , mantenía que este movimiento se había dado ya en la Edad Media , y el Neoclasicismo era una interrupción de esa corriente de lacultura.
Alcalá Galiano sostenía que el romanticismo en esta época tenía características propias y sus modelos
no son Calderón y Shakespeare, sino Walter Scott , Chateaubriand , etc.
A partir de 1.850 se inicia el realismo y en el último tercio de siglo éste se intensifica dando lugar al Naturalismo.
La lírica Romántica
___________________
José de Espronceda 1.802-1.842
___________________________
Nació en Almendralejo , Badajoz .
En su adolescencia intentó crear una sociedad secreta para vengar la muerte de Riego. A consecuencia de ello fué desterrado a un monasterio,después salió de España y vivió en Belgica, Francia, Inglaterra, y Holanda. Vuelto a España en 1.933 formó parte de la extrema izquierda de la izquierda liberal.
Durante su estancia en el monasterio, y alentado por su maestro Lista, comenzó a escribir el poema histórico Pelayo, que dejó inacabado.Más tarde escribió la novela Sancho Saldaña.
Sus obras más importantes son : El poemaEl estudiante de Salamanca, El diablo mundo , extenso poema lírico inacabado también. Y las poesías líricas sueltas , entre lasque destacan: A Jarifa en una orgía,El verdugo,Canción del cosaco, La canción del pirata,Himno al sol .
El padre Juan Arolas 1.805-1.849
______________________
Nació en Barcelona , estudió en las escuelas pías de Valencia , e ingresó más tarde en dicha orden.
Sus poemas amorosos están influenciados por Lamartine.Su obra más importante es:
Poesíasorientales .
Gertrudis Gomez de Avellaneda
____________________________________
Nació en Puerto Príncipe ( Cuba ) a los 22 años se trasladó a España.
Escribió novelas y dramas , pero se destaca sobre todo por su obra poética . Sus temas principales son, el amor divino : La Cruz, La plegaria a la Virgen, y el amor humano :A él,Amor y orgullo, La venganza .
Gustavo Adolfo Becquer
________________________
Su nombre verdadero era Gustavo Adolfo Insausti Bastida . Nació en Sevilla , murió muy joven, a los 34 años , pobre y desconocido .
Su obra poética consta de 78 rimas que logran conmover utilizando un estilosencillo pero con gran sentimiento .
En prosa escribió :
Cartas desde mi celda , la celda que ocupó en el monasterio de Veruela donde pasó un tiempo para reponer su salud . Y sus Leyendas , escritas con una prosa de gran lirismo y sobriedad.
Rosalía de Castro 1.837-1.885
______________________________
Nació en Santiago de Compostela .
A los 19 años va a Madrid y publica su libro de poemas La flor .Más tarde se casó con el historiador y crítico de arte Manuel Murguía .
Su obra está en gallego y castellano .
En gallego escribe sus Cantares gallegos , colección de nostálgicas canciones populares
Y Follas novas (Hojas nuevas )
Su obra más importante es la colección de poemas En las orillas del Sar ,escrita en castellano
Os dejo un video del arte:Romanticismo
http://es.youtube.com/watch?v=f4Vzl5jKUno&feature=related
El barroco

Es una de las obras pictóricas más analizadas y comentadas en el mundo del arte. Como tema central muestra a la infanta Margarita de Austria, a pesar que la pintura presenta otros personajes, incluido el propio Velázquez. El artista resolvió con gran habilidad todos los problemas de composición del espacio, la perspectiva y la luz, gracias al dominio que tenía del tratamiento de los colores y tonos junto con la gran facilidad para caracterizar a los personajes. Un espejo colocado en la parte del fondo de la pintura refleja las imágenes del rey Felipe IV de España y su esposa Mariana de Austria, según unos historiadores, entrando a la sesión de pintura, y según otros, posando para ser retratados por Velázquez; en este caso sería la infanta Margarita y sus acompañantes los que venían de visita para ver la pintura de los reyes.
edad media - el mester de juglaria
En la Edad Media, en distintos países de Europa, comenzó a cultivarse una poesía épica en lenguaje popular, en la que se cantaban las hazañas de los héroes de esa época, batallas y conquistas de estos personajes heroicos..
En la zona de Castilla, y en lengua romance se recitaban y cantaban estos poemas épicos o cantares de gesta. Y eran interpretados por los juglares.
Los juglares, bardos o trovadores de la Edad Media, eran hombres o mujeres que eran a la vez poetas, recitadores, músicos (ejecutaban a veces la vihuela, la trompa o el tambor), bailarines, cantores, titiriteros, etc y ofrecían sus recitales en las plazas públicas, en Palacio o en mesones, para entretener a los presentes, y su público pertenecía a las distintas clases sociales.
El oficio de juglar era propio de las gentes de baja posición social, se vestían con ropas de colores vistosos. A veces eran meros repetidores de los poemas, a los que en ocasiones agregaban variaciones imaginativas. De todas maneras servían de crónicas, y en ellas se hacía exaltación de los valores humanos, la exaltación del héroe, buen señor y mejor vasallo, con gran sentido del honor y de la justicia, en los temas históricos, realistas y de carácter popular.
Los Cantares de Gesta eran largas composiciones poéticas en versos de arte mayor, frecuentemente alejandrinos, aunque con una métrica irregular, descuidada, de entre 12 a 18 sílabas, lo que llevó posteriormente a dividirlos en dos hemistiquios, lo que evolucionó posteriormente en los romances octosilábicos.
Primeros textos escritos en castellano:
A principios del siglo XI se escriben los más antiguos textos conocidos en castellano, aunque aún no se pueden considerar literarios porque son simplemente unas explicaciones anotadas en textos latinos que servían para facilitar su comprensión. Se las conoce con los nombres de Glosas Silenses y Glosas Emilianenses, por los lugares dónde se descubrieron, monasterios de Santo Domingo de Silos y San Millán de la Cogolla respectivamente.
Pero dónde de verdad aparecen unos verdaderos textos literarios es en la lírica de tipo popular. Las pequeñas cancioncillas que corrían de boca en boca y que se transmitían de manera oral... ¿cómo han llegado hasta nosotros?
Los primeros que recogieron estas canciones fueron los autores de poemas de la España musulmana. Dentro de unos poemas cultos en árabe llamados moaxahas sus autores incluyeron unos pequeños estribillos en mozárabe, que se conocen como jarchas. El tema de las jarchas era casi siempre amoroso, y, a pesar de ser textos en lengua romance (recordemos que el mozárabe es una lengua del tronco latino), estaban escritos con caracteres árabes, por lo tanto pasaron desapercibidos durante mucho tiempo. Debemos señalar que en el periodo del Califato de Córdoba, Al Andalus era uno de los más importantes centros culturales de Occidente, dónde permanecía gran parte de la cultura que los árabes habían conservado. En Córdoba se mezclaron las culturas cristiana y musulmana oriental. Anualmente se hacían concursos públicos de poesía. Los ganadores eran agasajados con todo tipo de premios, pero, lo más importante era el interés que los poetas despertaban en los gobernantes de la ciudad califal. Eran contratados para escribir textos oficiales o cartas amorosas, y así, protegidos por los poderosos, podían vivir libres de penurias y dedicarse a la composición de nuevas obras. En Córdoba se mezclaron las tres religiones, musulmana, cristiana y judía, en las épocas de esplendor. Esto creó una cultura de singular riqueza.
La segunda vía de transmisión fue a través de los cancioneros que se comienzan a escribir en el barroco. Los autores de estos cancioneros comienzan a fijarse en las tradiciones populares líricas y las transcriben para ser cantadas en los salones de los palacios. El más importante de todos es el Cancionero de Palacio que se escribió entre finales del siglo XV y principios del XVI en la corte de los Reyes Católicos. En él se mezclan poemillas populares con otros creados por los autores cultos, entre los que empezaba a ponerse de moda la poesía cortesana de influencia provenzal.
musica del barroco
El género barroco (s.XVII) se caracteriza estéticamente por la preeminencia de lo emocional sobre lo racional, por el género vocal recitativo, en el cual el ritmo de la palabra determina el discurso melódico -donde "la música ha de ser sirviente de la poesía"- y por un auge de la música instrumental pura, es decir, sin relación con consideraciones ideológicas que se deriven de un texto, o funcionales como en el caso de la música de danza.
En esta época se desarrollan la sonata, el concerto grosso y el ballet francés.
Tienen gran importancia la teoría de los afectos, que considera a la música como creadora de emociones, y la retórica, que transfiere conceptos de la oratoria tradicional a la composición del discurso musical del Barroco.
dimarts, 25 de novembre del 2008
Autores Siglo de Oro
El período entre el Renacimiento y el Barroco, la "Edad Dorada" de España realmente se extendió durante dos siglos (el XVI y el XVII) y es la etapa más fecunda y gloriosa de las Artes y las Letras españolas. La novela alcanzaría su más alto nivel de universalidad y expresión con Don Quijote de Miguel de Cervantes y otros géneros claramente españoles como el de la novela picaresca (Lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán).
Fue también una época dorada para la poesía. En el siglo XVI, Boscán y Garcilaso de la Vega adaptaron la poesía lírica italiana al castellano alcanzándose la máxima expresión en la poesía mística de Fray Luis de León y San Juan de la Cruz y en la prosa de Santa Teresa. Dos grandes figuras de los siglos XVI y XVII fueron Luis de Góngora, cuyo estilo difícil y complejo derivaba originalmente de un movimiento latinizante ("culteranismo"), y Francisco de Quevedo, maestro del "conceptismo".
El teatro es otro género que también alcanzó un gran nivel. La obras dramáticas ya no se pusieron en escena en los alrededores de las iglesias después de la creación de los "corrales de comedias", algunos de los cuales todavía existen, como el de Almagro (Ciudad Real). Juan de Encina, Torres Navarro y Gil Vicente fueron los precursores de Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.
También el Humanismo había florecido desde los principios de la Edad Moderna con Luis Vives y las obras monumentales en las que colaboraban varios autores, como la Biblia Políglota Complutense. Obras fundamentales en los campos de la historia y la política fueron las de Mariano Zurita, Hurtado de Mendoza y las crónicas de la colonización de América de varios protagonistas.
El período del siglo XVII se cerró con la publicación de Idea de un Príncipe, del licenciado Saavedra Fajardo, y de El Criticón, del filósofo y escritor Baltasar Gracián.
El siglo XVI produciría uno de los maestros de la pintura española: Doménikos Theotokopoulus, "El Greco", que realizó la mayoría de su trabajo en Toledo, donde se conservan muchas de sus pinturas: El expolio (Cristo con sus ropas desgarradas), El martirio de San Mauricio, La resurrección de Cristo y El entierro del conde Orgaz representan un momento decisivo para la pintura española y universal.
Entre los primeros pintores del siglo XVII que practicaron el realismo figuran Ribalta y Rivera pero este estilo alcanzó su esplendor con Diego de Velázquez (1599-1660), cuyas numerosas obras cuelgan en el Museo del Prado: Las Meninas, La rendición de Breda, La fragua de Vulcano, además de sus famosos retratos de Felipe IV, el príncipe Baltasar Carlos y del conde-duque de Olivares.
Velázquez fue el pintor de Madrid pero Zurbarán y Murillo trabajaron en Sevilla, volcados en la temática religiosa. La Edad de Oro tiene también su estilo arquitectónico propio, el Plateresco, un estilo similar al trabajo de los plateros, una reacción purista y espartana contra el trabajo de filigrana. Su ejemplo más representativo es el monasterio de El Escorial de Felipe II que fue iniciado por Juan Bautista de Toledo y que terminó, tras su muerte, Juan de Herrera.
dijous, 20 de novembre del 2008
La vida de Antonio Machado
Antonio Machado nace en 1875 en Sevilla, en el Palacio de las Dueñas, en una familia culta y liberal (su abuelo era krausista y su padre un notable folclorista). Se traslada a Madrid a los ocho años donde estudia en el Instituto Escuela. No logró acabar los estudios hasta muy tarde. Vivió una juventud bohemia a la sombra de su hermano Manuel, más conocido, simpático y sociable, e hizo varios viajes a París, a veces con becas de la Institución Libre de Enseñanza.
Tras la muerte de su abuelo y de su padre, vive una época de dificultades económicas y va como profesor de francés al instituto de Soria, en 1907. Allí se enamora de la joven hija de los dueños de la pensión y, en 1909, se casan Antonio Machado, de 34 años, y Leonor Izquierdo, de 16. Al poco tiempo se manifiesta la enfermedad de Leonor, que la llevará a la muerte el verano de 1912.
Machado se va a Baeza (Jaén), pero no le inspira el paisaje y detesta, además, el señoritismo de la sociedad andaluza. En la poesía y en las cartas de esa época, muestra una evolución política: desde una postura reformista liberal, de tono krausista, pasa a un populismo más radical.
Más tarde se traslada a Segovia y a Madrid. Durante la República y la guerra, Antonio Machado es un poeta con gran prestigio y manifiesta su apoyo incondicional a la República. Al final de la guerra, huye con los numerosos refugiados republicanos y muere en el exilio, en Collioure, a los pocos días de pasar la frontera francesa. En esos últimos años Machado vivió un nuevo amor con la poetisa Pilar Valderrama, mujer casada, a la que en su poesía llamará Guiomar.
pd; he escogido este autor, ya que es un autor el cual nació en diciembre, y como nadie a puesto la vida de los autores, he pensado que sería interesante.
CURIOSIDAD
¿De dónde viene el nombre del grupo musical Nena Daconte?
¡De la literatura!
El rastro de tu sangre en la nieve
Gabriel García Márquez
Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena Daconte se dio cuenta de que el dedo con el anillo de bodas le seguía sangrando. El guardia civil con una manta de lana cruda sobre el tricornio de charol examinó los pasaportes a la luz de una linterna de carburo, haciendo un grande esfuerzo para que no lo derribara la presión del viento que soplaba de los Pirineos. Aunque eran dos pasaportes diplomáticos en regla, el guardia levantó la linterna para compro bar que los retratos se parecían a las caras.
Nena Daconte era casi una niña, con unos ojos de pájaro feliz y una piel de melaza que todavía irradiaba la resolana del Caribe en el lúgubre anochecer de enero, y estaba arropada hasta el cuello con un abrigo de nucas de visón que no podía comprarse con el sueldo de un año de toda la guarnición fronteriza. Billy Sánchez de Avila, su marido, que conducía el coche, era un año menor que ella y casi tan bello y llevaba una chaqueta de cuadros escoceses y una gorra de pelotero. Al contrario de su esposa, era alto y atlético y tenía las mandíbulas de hierro de los matones tímidos. Pero lo que revelaba mejor la condición de ambos era el automóvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se había visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban atiborrados de maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todavía sin abrir. Ahí estaba, además el saxofón tenor que había sido la pasión dominante en la vida de Nena Daconte antes de que sucumbiera al amor contrariado de su tierno pandillero de balneario.
Cuando el guardia le devolvió los pasaportes sellados, Billy Sánchez le preguntó dónde podía encontrar una farmacia para hacerle una cura en el dedo a su mujer, y el guardia le gritó contra e1 viento que preguntaran en Indaya, del lado francés. Pero los guardias s de Hendaya estaban sentados a la mesa en mangas de camisa, jugando barajas mientras comían pan mojado en tazones de vino dentro de una garita de cristal cálida y bien alumbrada, y les bastó con ver el tamaño y la clase del coche para indicarles por señas que se internaran en Francia. Billy Sánchez hizo sonar varias veces la vocina, pero los guardias no entendieron que los llamaban, sino que uno de ellos abrió el cristal y les gritó con más rabia que el viento: Merde! Allez-, es pece de con!
Entonces Nena Daconte salió del automóvil envuelta con el abrigo hasta las orejas, y le preguntó al guardia en un francés perfecto dónde había una farmacia. El guardia contestó por costumbre con la boca llena de pan que eso no era asunto suyo. Y menos con semejante borrasca, y cerró la ventanilla. Pero luego se fijó con atención en la muchacha que se chupaba el dedo herido envuelta en el destello de los visones naturales, y debió confundirla con una aparición mágica en aquella noche de espantos, porque al instante cambió de humor. Explicó que la ciudad más cercana era Biarritz, pero que en pleno invierno y con aquel viento de lobos, tal vez no hubiera una farmacia abierta hasta Bayona, un poco más adelante.
-¿Es algo grave? -preguntó.
-Nada -sonrió Nena Daconte, mostrándole el dedo con la sortija de diamantes en cuya yema era apenas perceptible la herida de la rosa-. Es sólo un pinchazo.
Antes de Bayona volvió a nevar. No eran más de las siete, pero encontraron las calles desiertas y las casas cerradas por la furia de la borrasca, y al cabo de muchas vueltas sin encontrar una farmacia decidieron seguir adelante. Billy Sánchez se alegró con la decisión. Tenía una pasión insaciable por los automóviles raros y un papá con demasiados sentimientos de culpa y recursos de sobra para complacerlo, y nunca había conducido nada igual a aquel Bentley convertible de regalo de bodas. Era tanta su embriaguez en el volante, que cuanto más andaba menos cansado se sentía. Estaba dispuesto a llegar esa noche a Burdeos, donde tenían reservada la suite nupcial del hotel Splendid, y no habría vientos contrarios ni bastante nieve en el cielo para impedirlo. Nena Daconte, en cambio, estaba agotada, sobre todo por el último tramo de la carretera desde Madrid, que era una cornisa de cabras azotada por el granizo. Así que después de Bayona se enrolló un pañuelo en el anular apretándolo bien para detener la sangre que seguía fluyendo, y se durmió a fondo. Billy Sánchez no lo advirtió sino al borde de la media noche, después de que acabó de nevar y el viento se paró de pronto entre los pinos, y el cielo de las landas se llenó de estrellas glaciales. Había pasado frente a las luces dormidas de Burdeos, pero sólo se detuvo para llenar el tanque en una estación de la carretera pues aún le quedaban ánimos para llegar hasta París sin tomar aliento. Era tan feliz con su juguete grande de 25.000 libras esterlinas, que ni siquiera se preguntó si lo sería también la criatura radiante que dormía a su lado con la venda del anular empapada de sangre, y cuyo sueño de adolescente, por primera vez, estaba atravesado por ráfagas de incertidumbre. Se habían casado tres días antes, a 10.000 kilómetros de allí, en Cartagena de Indias, con el asombro de los padres de él y la desilusión de los de ella, y la bendición personal del Arzobispo Primado. Nadie, salvo ellos mismos, entendía el fundamento real ni conoció el origen de ese amor imprevisible. Había empezado tres meses antes de la boda, un domingo de mar en que la pandilla de Billy Sánchez se tomó por asalto los vestidores de mujeres de los balnearios de Marbella. Nena Daconte había cumplido apenas dieciocho años, acababa de regresar del internado de la Chattelainie, en Stblaise, Suiza, hablando cuatro idiomas sin acento y con un dominio maestro del saxofón tenor, y aquel era su primer domingo de mar desde el regreso. Se había desnudado por completo para ponerse el traje de baño cuando empezó la estampida de pánico y los gritos de abordaje en las casetas vecinas, pero no entendió lo que ocurría hasta que la aldaba de su puerta saltó en astillas y vio parado frente a ella al bandolero más hermoso que se podía concebir. lo único que llevaba puesto era un calzoncillo lineal de falsa piel de leopardo, y tenía el cuerpo apacible y elástico y el color dorado de la gente de mar. En el puño derecho, donde tenía una esclava metálica de gladiador romano, llevaba enrollada una cadena de hierro que le servía de arma mortal, y tenía colgada del cuello una medalla sin santo que palpitaba en silencio con el susto del corazón. Habían estado juntos en la escuela primaria y habían roto muchas piñatas en las fiestas de cumpleaños, pues ambos pertenecían a la estirpe provinciana que manejaba a su arbitrio el destino de la ciudad desde los tiempos de la Colonia, pero habían dejado de verse tantos años que no se reconocieron a primera vista. Nena Daconte permaneció de pie, inmóvil, sin hacer nada por ocultar su desnudez intensa. Billy Sánchez cumplió entonces con su rito pueril: se bajó el calzoncillo de leopardo y le mostró su respetable animal erguido. Ella lo miró de frente y sin asombro.
-Los he visto más grandes y más firmes- dijo, dominando el terror-, de modo que piensa bien lo que vas a hacer, porque conmigo te tienes que comportar mejor que un negro.
En realidad, Nena Daconte no sólo era virgen sino que nunca hasta entonces había visto un hombre desnudo, pero el desafío le resultó eficaz único que se le ocurrió a Billy Sánchez fue tirar un puñetazo de rabia contra la pared con la cadena enrollada en la mano, y se astilló los huesos. Ella lo llevó en su coche al hospital, lo ayudó a sobrellevar la convalescencia, y al final aprendieron juntos a hacer el amor de la buena manera. Pasaron las tardes difíciles de junio en la terraza interior de la casa donde habían muerto seis generaciones de próceres en la familia de Nena Daconte, ella tocando canciones de moda en el saxofón, y él con la mano escayolada cuntemplándola desde el chinchorro con un estupor sin alivio. La casa tenía numerosas ventanas de cuerpo entero que daban al estanque de podredumbre de la bahía, y era una de las más grandes y antiguas del barrio de la Manga, y sin duda la más fea. Pero la terraza de baldosas ajedrezadas donde Nena Daconte tocaba el saxofón era un remanso en el calor de las cuatro, y daba a un patio de sombras grandes con palos de mango y matas de guineo, bajo los cuales había una tumba con una losa sin nombre, anterior a la casa y a la memoria de la familia. Aun los menos entendidos en música pensaban que el sonido del saxofón) era anacrónico en una casa de tanta alcurnia. "Suena como un buque había dicho la abuela de Nena Daconte cuando lo oyó por primera vez. Su madre había tratado en vano de que lo tocara de otro modo, y no como ella lo hacia por comodidad, con la falda recogida hasta los muslos y las rodillas separadas, y con una sensualidad que no le parecía esencial para la música "No me importa qué instrumento toques -le decía- con tal de que lo toques con las piernas cerradas". Pero fueron esos ares de adioses de buques y ese encarnizamiento de amor los que le permitieron a Nena Daconte romper la cáscara amarga de Billy Sánchez. Debajo de la triste reputación de bruto que él tenía muy bien sustentada por la confluencia de des apellidos ilustres, ella descubrió un huérfano asustado y tierno. Llegaron a conocerse tanto mientras se le soldaban los huesos de la mano, que él mismo se asombró de la fluidez con que ocurrió el amor cuando ella lo llevó a su cama de doncella una tarde de lluvias en que se quedaron solos en la casa. Todos los días a esa hora, durante casi dos semanas, retozaron desnudos bajo la mirada atónita de los retratos de guerreros civiles y abuelas insaciables que los habían precedido en el paraíso de aquella cama histórica. Aun en las pausas del amor permanecían desnudos con las ventanas abiertas respirando la brisa de escombros de barcos de la bahía, su olor a mierda, oyendo en el silencio del saxofón los ruidos cotidianos del patio, la nota única del sapo bajo las matas de guineo, la gota de agua en la tumba de nadie, los pasos naturales de la vida que antes no hablan tenido tiempo de conocer.
Cuando los padres de Nena Daconte regresaron a la casa, ellos habían progresado tanto en el amor que ya no les alcanzaba el mundo para otra cosa, y lo hacían a cualquier hora y en cualquier parte, tratando de inventarlo otra vez cada vez que 1o hacían. Al principio lo hicieron como mejor podían en los carros deportivos con que el papá de Billy trataba de apaciguar sus propias culpas. Después, cuando los coches se les volvieron demasiado fáciles, se metían por la noche en las casetas desiertas de Marbella donde el destino los había enfrentado por primera vez, y hasta se metieron disfrazados durante el carnaval de noviembre en los cuartos de alquiler del antiguo barrio de esclavos de Getsemaní, al amparo de las mamasantas que hasta hacía pocos meses tenían que padecer a Billy Sánchez con su pandilla de cadeneros. Nena Daconte se entregó a los amores furtivos con la misma devoción frenética que antes malgastaba en el saxofón, hasta el punto de que su bandolero domesticado terminó por entender lo que ella quiso decirle cuando le dijo que tenía que comportarse como un negro. Billy Sánchez le correspondió siempre y bien, y con el mismo alborozo. Ya casados, cumplieron con el deber de amarse mientras las azafatas dormían en mitad del Atlántico, encerrados a duras penas y más muertos de risa que de placer en el retrete del avión. Sólo ellos sabían entonces, 24 horas después de la boda, que Nena Daconte estaba encinta desde hacía dos meses.
De modo que cuando llegaron a Madrid se sentían muy lejos de ser dos amantes saciados, pero tenían bastantes reservas para comportarse como recién casados puros. Los padres de ambos lo habían previsto todo. Antes del desembarco, un funcionario de protocolo subió a la cabina de primera clase para llevarle a Nena Daconte el abrigo de visón blanco con franjas de un negro luminoso, que era el regalo de bodas de sus padres. A Billy Sánchez le llevó una chaqueta de cordero que era la novedad de aquel invierno, y las llaves sin marca de un coche de sorpresa que le esperaba en el aeropuerto.
La misión diplomática de su país los recibió en el salón oficial. El embajador y su esposa no sólo eran amigos desde siempre de la familia de ambos, sino que él era el médico que había asistido al nacimiento de Nena Daconte, y la esperó con un ramo de rosas tan radiantes y frescas, que hasta las gotas de rocío parecían artificiales. Ella los saludó a ambos con besos de burla, incómoda con su condición un poco prematura de recién casada, y luego recibió las rosas. Al cogerlas se pinchó el dedo con una espina del tallo, pero sorteó el percance con un recurso encantador.
-Lo hice adrede -dijo- para que se fijaran en mi anillo.
En efecto, la misión diplomática en pleno admiró el esplendor del anillo, calculando que debía costar una fortuna no tanto por la clase de los diamantes como por su antigüedad bien conservada. Pero nadie advirtió que el dedo empezaba a sangrar. La atención de todos derivó después hacia el coche nuevo. El embajador había tenido el buen humor de llevarlo al aeropuerto, y de hacerlo envolver en papel celofán con un enorme lazo dorado. Billy Sánchez no apreció su ingenio. Estaba tan ansioso por ~ el coche, que desgarró la envoltura de un tirón y se quedó sin aliento. Era el Bentley convertible de ese año con tapicería de cuero legítimo. El cielo parecía un manto de ceniza, el Guadarrama mandaba un viento cortante y helado, y no se estaba bien a la intemperie, pero Billy Sánchez no tenía todavía la noción del frío. Mantuvo a la misión diplomática en el estacionamiento sin techo, inconsciente de que se estaban congelando por cortesia, hasta que terminó de reconocer el coche en sus detalles recónditos. Luego el embajador se sentó a su lado para guiarlo hasta la residencia oficial donde estaba previsto un almuerzo. En el trayecto le fue indicando los lugares más conocidos de la ciudad, pero él sólo parecía atento a la magia del coche.
Era la primera vez que salía de su tierra. Había pasado por todos los colegios privados y públicos, repitiendo siempre el mismo curso, hasta que se quedó flotando en un limbo de desamor. La primera visión de una ciudad distinta de la suya, los bloques de casas cenicientas con las luces encendidas a pleno día, los árboles pelados, el mar distante, todo le iba aumentando un sentimiento de desamparo que se esforzaba por mantener al margen del corazón. Sin embargo, poco después cayó sin darse cuenta en la primera trampa del olvido. Se habla precipitado una tormenta instantánea y silenciosa, la primera de la estación, y cuando salieron de la casa del embajador después del almuerzo para emprender el viaje hacia Francia, encontraron la ciudad cubierta de una nieve radiante. Billy Sánchez se olvidó entonces del coche, y en presencia de todos, dando gritos de júbilo y echándose puñados de polvo de nieve en la cabeza se revolcó en mitad de la calle con el abrigo puesto.
Nena Daconte se dio cuenta por primera vez de que el dedo estaba sangrando, cuando abandonaron a Madrid en una tarde que se había vuelto diáfana después de la tormenta. Se sorprendió, porque había acompañado con el saxofón a la esposa del embajador, a quien le gustaba cantar arias de ópera en italiano después de los almuerzos oficiales, y apenas si notó la molestia en el anular. Después, mientras le iba indicando a su marido las rutas más cortas hacia la frontera, se chupaba el dedo de un modo inconsciente cada vez que le sangraba, y sólo cuando llegaron a los Pirineos se le ocurrió buscar una farmacia. Luego sucumbió a los sueños atrasados de los últimos días, y cuando despertó de pronto con la impresión de pesadilla de que el coche andaba por el agua, no se acordó más durante un largo rato del pañuelo amarrado en el dedo. Vio en el reloj luminoso del tablero que eran más de las tres, hizo sus cálculos mentales, y sólo entonces comprendió que habían seguido de largo por Burdeos, y también por Angulema y Poitiers y estaban pasando por el dique de Loira inundado por la creciente. El fulgor de la luna se filtraba a través de la neblina, y las siluetas de los castillos entre los pinos parecían de cuentos de fantasmas. Nena Daconte, que conocía la región de memoria, calculó que estaban ya a unas tres horas de París, y Billy Sánchez continuaba impávido en el volante.
-Eres un salvaje -le dijo-. Llevas más de once horas manejando sin comer nada.
Estaba todavía sostenido en vilo por la embriaguez del coche nuevo. A pesar de que en el avión había dormido poco y mal, se sentía despabilado y con fuerzas de sobra para llegar a París al amanecer.
-Todavía me dura el almuerzo de la embajada -dijo-. Y agregó sin ninguna lógica: Al fin y al cabo, en Cartagena están saliendo apenas del cine. Deben ser como las diez.
Con todo Nena Daconte temía que él se durmiera conduciendo. Abrió una caja de entre los tantos regalos que les habían hecho en -Madrid, y trató de meterle en la boca un pedazo de naranja azucarada. Pero él la esquivó.
-Los machos no comen dulces -dijo.
Poco antes de Orleáns se desvaneció la bruma, y una luna muy grande iluminó las sementeras nevadas, pero el tráfico se hizo más difícil por la confluencia de los enormes camiones de legumbres y cisternas de vinos que se dirigían a París. Nena Daconte hubiera querido ayudar a su marido en el volante, pero ni siquiera se atrevió a insinuarlo, porque é le había advertido desde la primera vez en que salieron juntos que no hay humillación más grande para un hombre que dejarse conducir por su mujer. Se sentía lúcida después de casi cinco horas de buen sueño, y estaba además contenta de no haber parado en un hotel de la provincia de Francia, que conocía desde muy niña en numerosos viajes con sus padres. "No hay paisajes más bellos en el mundo", decía, "pero uno puede morirse de sed sin encontrar a nadie que le dé gratis un vaso de agua." Tan convencida estaba, que a última hora había metido un jabón y un rollo de papel higiénico en el maletín de mano, porque en los hoteles de Francia nunca había jabón, y el papel de los retretes eran los periódicos de la semana anterior cortados en cuadritos y colgados de un gancho. Lo único que lamentaba en aquel momento era haber desperdiciado una noche entera sin amor. La réplica de su marido fue inmediata.
-Ahora mismo estaba pensando que debe ser del carajo tirar en la nieve -dijo-. Aquí mismo, si quieres.
Nena Daconte lo pensó en serio. Al borde de la carretera, la nieve bajo la luna tenía un aspecto mullido y cálido, pero a medida que se acercaban a los suburbios de París el tráfico era más intenso, y había núcleos de fábricas iluminadas y numerosos obreros en bicicleta. De no haber sido invierno, estarían ya en pleno día.
-Ya será mejor esperar hasta París -dijo Nena Daconte. Nena Daconte.
- Bien calienticos y en una cama con sábanas limpias, como la gente casada.
-Es la primera vez que me fallas -dijo él.
-Claro -replicó ella-. Es la primera vez que somos casados.
Poco antes de amanecer se lavaron la cara y orinaron en una fonda del camino, y tomaron café con croissants calientes en el mostrador donde los camioneros desayunaban con vino tinto.
Nena Daconte se había dado cuenta en el baño de que tenía manchas de sangre en la blusa y la falda, pero no intentó lavarlas. Tiró en la basura el pañuelo empapado, se cambió el anillo matrimonial para la mano izquierda y se lavó bien el dedo herido con agua y jabón El pinchazo era casi invisible. Sin embargo, tan pronto como regresaron al coche volvió a sangrar, de modo que Nena Daconte dejó el brazo colgando fuera de la ventana, convencida de que el aire glacial de las sementeras tenia virtudes de cauterio. Fue otro recurso vano pero todavía no se alarmó. "Si alguien nos quiere encontrar será muy fácil", dijo con su encanto natural. "sólo tendrá que seguir el rastro de mi sangre en la nieve." Luego pensó mejor en lo que había dicho y su rostro floreció en las primeras luces del amanecer.
-Imagínate -dijo: -un rastro de sangre en la nieve desde Madrid hasta París. ¿No te parece bello para una canción?
No tuvo tiempo de volverlo a pensar. En los suburbios de París el dedo era un manantial incontenible, y ella- sintió de veras- que se le estaba yendo el alma por la herida. Había tratado de segar el flujo con el rollo de papel higiénico que llevaba en el maletín, pero más tardaba en vendarse el dedo que en arrojar por la ventana las tiras del papel ensangrentado. La ropa que llevaba puesta, el abrigo, los asientos del coche, se iban empapando poco a poco de un modo irreparable. Billy Sánchez se asustó en serio e insistió en buscar una farmacia, pero ella sabía entonces que aquello no era asunto de boticarios.
-Estamos casi en la Puerta de Orleáns -dijo. -Sigue de por la avenida del general Leclerc, que es la más ancha y con muchos árboles, y después yo te voy diciendo lo que haces.
Fue el trayecto más arduo de todo el viaje. La avenida del general Leclerc era un nudo infernal de automóviles pequeños y bicicletas, embotellados en ambos sentidos, y de los camiones enormes que trataban de llegar a los mercados centrales. Billy Sánchez se puso tan nervioso con el estruendo inútil de las bocinas, que se insultó a gritos en lengua de cadeneros con varios conductores y hasta trató de bajarse del coche para pelearse con uno, pero Nena Daconte logró convencerlo de que los franceses eran la gente más grosera del mundo, pero no se golpeaban nunca. Fue una prueba más de su buen juicio, porque en aquel momento Nena Daconte estaba haciendo esfuerzos para no perder la conciencia.
Sólo para salir de la glorieta del León de Belfort necesitaron más de una hora. Los cafés y almacenes estaban iluminados como si fuera la media noche, pues era un martes típico de los eneros de París, encapotados y sucios y con una llovizna tenaz que no alcanzaba a concretarse en nieve. Pero la avenida DenferRochereau estaba más despejada, y al cabo de unas pocas cuadras Nena Daconte le indicó a su marido que doblara a la derecha, y estacionó frente a la entrada de emergencia de un hospital enorme y sombrío.
Necesitó ayuda para salir del coche, pero no perdió la serenidad ni la lucidez. Mientras llegaba el médico de turno, acostada en la camilla rodante, contestó a la enfermera el cuestionario de rutina sobre su identidad y sus antecedentes de salud. Billy Sánchez le llevó el bolso y le apretó la mano izquierda donde entonces llevaba el anillo de bodas, y la sintió lánguida y fría, y sus labios habían perdido el color. Permaneció a su lado, con la mano en la suya, hasta que llegó el médico de turno y le hizo un examen rápido al anular herido. Era un hombre muy joven, con la piel del color del cobre antiguo y la cabeza pelada. Nena Daconte no le prestó atención sino que dirigió a su mirada una sonrisa lívida.
-No te asustes- le dijo, con su humor invencible-. Lo único que puede suceder es que este caníbal me corte la mano para comérsela.
El médico concluyó el examen, y entonces los sorprendió con un castellano muy correcto aunque con raro acento asiático.
-No, muchachos- dijo-. Este caníbal prefiere morirse de hambre antes que cortar una mano tan bella.
Ellos se ofuscaron pero el médico los tranquilizó con un gesto amable. Luego ordenó que se llevaran la camilla, y Billy Sánchez quiso seguir con ella cogido de la mano de su mujer. El médico lo detuvo por el brazo.
-Usted no- le dijo-. Va para cuidados intensivos-. Nena Daconte le volvió a sonreír al esposo, y le siguió diciendo adiós con la mano hasta que la camilla se perdió en el fondo del corredor. El médico se retrasó estudiando los datos que la enfermera había escrito en una tablilla. Billy Sánchez lo llamó.
-Doctor- le dijo-. Ella está encinta.
-¿Cuánto tiempo?
-Dos meses.
El médico no le dio la importancia que Billy Sánchez esperaba. "Hizo bien en decírmelo," dijo, y se fue detrás de la camilla. Billy Sánchez se quedó parado en la sala lúgubre olorosa a sudores de enfermos, se quedó sin saber qué hacer mirando el corredor vacío por donde se habían llevado a Nena Daconte, y luego se sentó en el escaño de madera donde había otras personas esperando. No supo cuánto tiempo estuvo ahí, pero cuando decidió salir del hospital era otra vez de noche y continuaba la llovizna, y él seguía sin saber ni siquiera qué hacer consigo mismo, abrumado por el peso del mundo.
Nena Daconte ingresó a las 9:30 del martes 7 de enero, según lo pude comprobar años después en los archivos del hospital. Aquella primera noche, Billy Sánchez durmió en el coche estacionado frente a la puerta de urgencias y muy temprano al día siguiente se comió seis huevos cocidos y dos tazas de café con leche en la cafetería que encontró más cerca, pues no había hecho una comida completa desde Madrid. Después volvió a la sala de urgencias para ver a Nena Daconte pero le hicieron entender que debía dirigirse a la entrada principal. Allí Consiguieron por fin un asturiano del servicio que lo ayudó a entenderse con el portero, y éste comprobó que en efecto Nena Daconte estaba registrada en el hospital, pero que sólo se permitían visitas los martes de nueve a cuatro. Es decir, seis días después. Trató de ver al médico que hablaba castellano, a quien describió como un negro con la cabeza pelada, pero nadie le dio razón con dos detalles tan simples.
Tranquilizado con la noticia de que Nena Daconte estaba en el registro, volvió al lugar donde había dejado el coche, y un agente de tránsito lo obligó a estacionar dos cuadras más adelante, en una calle muy estrecha y del lado de los números impares. En la acera de enfrente habla un edificio restaurado con un letrero: Hotel Nicole. Tenía una sola estrella, y una sala de recibo muy pequeña donde no habla más que un sofá y un viejo piano vertical, pero el propietario de voz aflautada podía entenderse con los dientes en cualquier idioma a condición de que tuvieran con qué pagar. Billy Sánchez se instaló con once maletas y nueve cajas de regalos en el único cuarto libre, que era una mansarda triangular en el noveno piso, a donde se llegaba sin aliento por una escalera en espiral que olla a espuma de coliflores hervidas. Las paredes estaban forradas de colgaduras tristes y por la única ventana no cabía nada más que la claridad turbia del patio interior. Había una cama para dos, un ropero grande, una silla simple, un bidé portátil y un aguamanil con su platón y su jarra, de modo que la única manera de estar dentro del cuarto era acostado en la cama. Todo era peor que viejo, desventurado, pero también muy limpio, y con un rastro saludable de medicina reciente.
A Billy Sánchez no le habría alcanzado la vida para descifrar los enigmas de ese mundo fundado en el talento de la cicatería. Nunca entendió el misterio de la luz de la escalera que se apagaba antes de que él llegara a su piso, ni descubrió la manera de volver a encenderla. Necesitó media mañana para aprender que con el rellano de cada piso habla un cuartito con un excusado de cadena, y ya había decidido usarlo en las tinieblas cuando descubrió por casualidad que la luz se encendía al pasar el cerrojo por dentro, para que nadie la dejara encendida por olvido. La ducha, que estaba en el extremo del corredor y que él se empellaba en usar des veces al día como en su tierra, se pagaba aparte y de contado, y el agua caliente, controlada desde la administración, se acabababa a los tres minutos. Sin embargo, Billy Sánchez tuvo bastante claridad de juicio para comprender que aquel orden tan distinto del suyo era de todos modos mejor que la intemperie de enero, se sentía además tan ofuscado y solo que no podía entender como pudo vivir alguna vez sin el amparo de Nena Daconte. Tan pronto como subió al cuarto, la mañana del miércoles, se tiró bocabajo en la cama con el abrigo puesto pensando en la criatura de prodigio que continuaba desangrándose en la acerca de enfrente, y muy pronto sucumbió en un sueño tan natural que cuando despertó eran las cinco en el reloj, pero no pudo deducir si eran las cinco de la tarde o del amanecer, ni de qué día de la semana ni en qué ciudad de vidrios azotados por el viento y la lluvia. Esperó despierto en la cama, siempre pensando en Nena Daconte, hasta que pudo comprobar que en realidad amanecía. Entonces fue a desayunar a la misma cafetería del día anterior, y allí pudo establecer que era jueves. Las luces del hospital estaban encendidas y había dejado de llover, de modo que permaneció recostado en el tronco de un castaño frente a la entrada principal, por donde entraban y salían médicos y enfermeras de batas blancas, con la esperanza de encontrar al médico asiático que había recibido a Nena Daconte. No lo vio, ni tampoco esa tarde después del almuerzo, cuando tuvo que desistir de la espera porque se estaba congelando. A las siete se tomó otro café con leche y se comió dos huevos duros que él mismo cogió en el aparador después de 48 horas de estar comiendo la misma cosa en el mismo lugar. Cuando volvió al hotel para acostarse, encontró su coche solo en una acera y todos los demás en la acera de enfrente, y tenía puesta la noticia de una multa en el parabrisas. Al portero del Hotel Nicole le costó trabajo explicarle que en los días impares del mes se podía estacionar en la acera de números impares, y al día siguiente en la acera contraria. Tantas artimañas racionalistas resultaban incomprensibles para un Sánchez de Avila de los más acendrados que apenas dos años antes se había metido en un cine de barrio con el automóvil oficial del alcalde mayor, y habla causado estragos de muerte ante los policías impávidos. Entendió menos todavía cuando el portero del hotel le aconsejó que pagara la multa, pero que no cambiara el coche de lugar a esa hora, porque tendría que cambiarlo otra vez a las doce de la noche. Aquella madrugada, por primera vez, no pensó sólo en Nena Daconte, sino que daba vueltas en la cama sin poder dormir, pensando en sus propias noches de pesadumbre en las cantinas de maricas del mercado público de Cartagena del Caribe. Se acordaba del sabor del pescado frito y el arroz de coco en las fondas del muelle donde atracaban las goletas de Aruba. Se acordó de su casa con las paredes cubiertas de trinitarias, donde serían apenas las siete de la noche de ayer, y vio a su padre con una piyama de seda leyendo el periódico en el fresco de la terraza. Se acordó de su madre, de quien nunca se sabía dónde estaba a ninguna una hora, su madre apetitosa y lenguaraz, con un traje de domingo y una rosa en la oreja desde el atardecer, ahogándose de calor por el estorbo de sus tetas espléndidas. Una tarde, cuando él tenía siete años, había entrado de pronto en el cuarto de ella y la había sorprendido desnuda en la cama con uno de sus amantes casuales. Aquel percance del que nunca había hablado, estableció entre ellos una relación de complicidad que era más útil que el amor. Sin embargo, él no fue consciente de eso, ni de tantas cosas terribles de su soledad de hijo único, hasta esa noche en que se encontró dando vueltas en la cama de una mansarda triste de París, sin nadie a quién contarle su infortunio, y con una rabia feroz contra sí mismo porque no podía soportar las ganas de llorar.
Fue un insomnio provechoso. El viernes se levantó estropeado por la mala noche, pero resuelto a definir su vida. Se decidió por fin a violar la cerradura de su maleta para cambiarse de ropa pues las llaves de todas estaban en el bolso de Nena Daconte, con la mayor parte del dinero y la libreta de teléfonos donde tal vez hubiera encontrado el número de algún conocido de París. En la cafetería de siempre se dio cuenta de que había aprendido a saludar en francés y a pedir sánduiches de jamón y café con leche. También sabía que nunca le seria posible ordenar mantequilla ni huevos en ninguna forma, porque nunca los aprendería a decir, pero la mantequilla la servían siempre con el pan, y los huevos duros estaban a la vista en el aparador y se cogían sin pedirlos. Además, al cabo de tres días, el personal de servicio se habla familiarizado con él, y lo ayudaban a explicarse. De modo que el viernes al almuerzo, mientras trataba de poner la cabeza en su puesto, ordenó un filete de ternera con papas fritas y una botella de vino. Entonces se sintió tan bien que pidió otra botella, la bebió hasta la mitad, y atravesó la calle con la resolución firme de meterse en el hospital por la fuerza. No sabia dónde encontrar a Nena Daconte, pero en su mente estaba fija la imagen providencial del médico asiático, y estaba seguro de encontrarlo. No entró por la puerta principal sino por la de urgencias, que le había parecido menos vigilada, pero no alcanzó a llegar más allá del corredor donde Nena Daconte le había dicho adiós con la mano. Un guardián con la bata salpicada de sangre le preguntó algo al pasar, y él no le prestó atención. El guardián lo siguió, repitiendo siempre la misma pregunta en francés, y por último lo agarró del brazo con tanta fuerza que lo detuvo en seco. Billy Sánchez trató de sacudírselo con un recurso de cadenero, y entonces el guardián se cagó en su madre en francés, le torció el brazo en la espalda con una llave maestra, y sin dejar de cagarse mil veces en su puta madre lo llevó casi en vilo hasta la puerta, rabiando de dolor, y lo tiró como un bulto de papas en la mitad de la calle.
Aquella tarde, dolorido por el escarmiento, Billy Sánchez empezó a ser adulto. Decidió, como lo hubiera hecho Nena Daconte, acudir a su embajador. El portero del hotel, que a pesar de su catadura huraña era muy servicial, y además muy paciente con los idiomas, encontró el número y la dirección de la embajada en el directorio telefónico, y se los anotó en una tarjeta.
Contestó una mujer muy amable, en cuya voz pausada y sin brillo reconoció Billy Sánchez de inmediato la dicción de los Andes. Empezó por anunciarse con su nombre completo, seguro de impresionar a la mujer con sus dos apellidos, pero la voz no se alteró en el teléfono. La oyó explicar la lección de memoria de que el señor embajador no estaba por el momento en su oficina, que no lo esperaban hasta el día siguiente, pero que de todos modos no podía recibirlo sino con cita previa y sólo para un caso especial. Billy Sánchez comprendió entonces que por ese camino tampoco llegaría hasta Nena Daconte, y agradeció la información con la misma amabilidad con que se la habían dado. Luego tomó un taxi y se fue a la embajada. Estaba en el número 22 de la calle Elyseo, dentro de uno de los sectores más apacibles de París, pero lo único que le impresionó a Billy Sánchez, según él mismo me contó en Cartagena de Indias muchos años después, fue que el sol estaba tan claro como en el Caribe por la primera vez de su llegada, y que la Torre Eiffel sobresalía por encima de la ciudad en un cielo radiante. El funcionario que lo recibió en lugar del embajador parecía apenas restablecido de una enfermedad mortal, no sólo por el vestido de paño negro, el cuello opresivo y la corbata de luto, sino también por el sigilo de sus ademanes y la mansedumbre de la voz. Entendió la ansiedad de Billy Sánchez, pero le recordó sin perder la dulzura con que estaban en un país civilizado cuyas normas estrictas se fundamentaban en criterios muy antiguos y sabios, al contrario de las Américas bárbaras, donde bastaba con sobornar al portero para entrar en los hospitales. "No, mi querido joven," le dijo. No había más remedio que somterse al imperio de la razón, y esperar hasta el martes.
-Al fin y al cabo, ya no faltan sino cuatro días- concluyó.
-Mientras tanto, vaya al Louvre. Vale la pena.
Al salir Billy Sánchez se encontró sin saber qué hacer en la Plaza de la Concordia. Vio la Torre Eiffel por encima de los tejados, y le pareció tan cercana que trató de llegar hasta ella caminando por los muelles. Pero muy pronto se dio cuenta de que estaba más lejos de lo que parecía, y que además cambiaba de lugar a medida que la buscaba. Así que se puso a pensar en Nena Daconte sentado en un banco de la orilla del Sena. Vio pasar los remolcadores por debajo de los puentes, y no le parecieron barcos sino casas errantes con techos colorados y ventanas con tiestos de flores en el alféizar, y alambres con ropa puesta a secar en los planchones. Contempló durante un largo rato a un pescador inmóvil, con la caña inmóvil y el hilo inmóvil en la corriente, y se cansó de esperar a que algo se moviera, hasta que empezó a oscurecer y decidió tomar un taxi para regresar al hotel. Sólo entonces cayó en la cuenta de que ignoraba el nombre y la dirección y de que no tenía la menor idea del sector de París en donde estaba el hospital.
Ofuscado por el pánico, entró en el primer café que encontró, pidió un cogñac y trató de poner sus pensamientos en orden. Mientras pensaba se vio repetido muchas veces y desde ángulos distintos en los espejos numerosos de las paredes, y se encontró asustado y solitario, y por primera vez desde su nacimiento pensó en la realidad de la muerte. Pero con la segunda copa se sintió mejor, y tuvo la idea providencial de volver a la embajada. Buscó la tarjeta en el bolsillo para recordar el nombre de la calle, y descubrió que en el dorso estaba impreso el nombre y la dirección del hotel. Quedó tan mal impresionado con aquella experiencia, que durante el fin de semana no volvió a salir del cuarto sino para comer, y para cambiar el coche a la acera correspondiente. Durante tres días cayó sin pausas la misma llovizna sucia de la mañana en que llegaron. Billy Sánchez, que nunca habla leído un libro completo, hubiera querido tener uno para no aburrirse tirado en la cama, pero los únicos que encontró en las maletas de su esposa eran en idiomas distintos del castellano. Así que siguió esperando el martes, contemplando los pavorreales repetidos en el papel de las paredes y sin dejar de pensar un solo instante en Nena Daconte. El lunes puso un poco de orden en el cuarto, pensando en lo que diría ella silo encontraba en ese estado, y sólo entonces descubrió que el abrigo de visón estaba manchado de sangre seca. Pasó la tarde lavándolo con el jabón de olor que encontró en el maletín de mano, hasta que logró dejarlo otra vez como lo habían subido al avión en Madrid.
El martes amaneció turbio y helado, pero sin la llovizna, y Billy Sánchez se levantó desde las seis, y esperó en la puerta del hospital junto con una muchedumbre de parientes de enfermos cargados de paquetes de regalos y ramos de flores. Entró con el tropel, llevando en el brazo el abrigo de visón, sin preguntar nada y sin ninguna idea de dónde podía estar Nena Daconte, pero sostenido por la certidumbre de que había de encontrar al médico asiático. Pasó por un patio interior muy grande con flores y pájaros silvestres, a cuyos lados estaban los pabellones de los enfermos: las mujeres a la derecha y los hombres a la izquierda. Siguiendo a los visitantes, entró en el pabellón de mujeres. Vio una larga hilera de enfermas sentadas en las camas con el camisón de trapo del hospital, iluminadas por las luces grandes de las ventanas, y hasta pensó que todo aquello era más alegre de lo que se podía imaginar desde fuera. Llegó hasta el extremo del corredor, y luego lo recorrió de nuevo en sentido inverso, hasta convencerse de que ninguna de las enfermas era Nena Daconte. Luego recorrió otra vez la galería exterior mirando por la ventana de los pabellones masculinos, hasta que creyó reconocer al médico que buscaba.
Era él, en efecto. Estaba con otros médicos y varias enfermeras, examinando a un enfermo. Billy Sánchez entró en el pabellón, apartó a una de las enfermeras del grupo, y se paró frente al médico asiático, que estaba inclinado sobre el enfermo. Lo llamó. El médico levantó sus ojos desolados, pensó un instante, y entonces lo reconoció.
-¡Pero dónde diablos se había metido usted! -dijo. Billy Sánchez se quedó perplejo.
- En el hotel -dijo-. Aquí a la vuelta.
Entonces lo supo. Nena Daconte había muerto desangrada a las 7:10 de la noche del jueves 9 de enero, después de setenta horas de esfuerzos inútiles de los especialistas mejor calificados de Francia. Hasta el último instante había estado lúcida y serena, y dio instrucciones para que buscaran a su marido en el hotel Plaza Athenée, tenían una habitación reservada, y dio los datos para que se hicieran en contacto con sus padres. La embajada había sido informada el viernes por un cable urgente de su cancillería, cuando ya los padres de Nena Daconte volaban hacia París. El embajador en persona se encargó de los trámites de embalsamamiento y los funerales, y permaneció en contacto con la Prefectura de Policía de París para localizar a Billy Sánchez. Un llamado urgente con sus datos personales fue transmitido desde la noche del viernes hasta la tarde del domingo a través de la radio y la televisión, y durante esas 40 horas fue el hombre más buscado de Francia. Su retrato, encontrado en el bolso de Nena Daconte, estaba expuesto por todas partes. Tres Bentleys convertibles del mismo modelo habían sido localizados, pero ninguno era el suyo.
Los padres de Nena Daconte habían llegado el sábado al medio-día, y velaron el cadáver en la capilla del hospital esperando hasta última hora encontrar a Billy Sánchez. También los padres de éste habían sido informados, y estuvieron listos para volar a París, pero al final desistieron por una confusión de telegramas. Los funerales tuvieron lugar el domingo a las dos de la tarde, a sólo doscientos metros del sórdido cuarto del hotel donde Billy Sánchez agonizaba de soledad por el amor de Nena Daconte. El funcionario que lo había atendido en la embajada me dijo años más tarde que él mismo recibió el telegrama de su cancillería una hora después de que Billy Sánchez salió de su oficina, y que estuvo buscándolo por los bares sigilosos del Faubourg-St. Honoré. Me confesó que no le había puesto mucha atención cuando lo recibió, porque nunca se hubiera imaginado que aquel costeño aturdido con la novedad de París, y con un abrigo de cordero tan mal llevado, tuviera a su favor un origen tan ilustre. El mismo domingo por la noche, mientras él sospechaba las ganas de llorar de rabia, los padres de Nena Daconte desistieron de la búsqueda y se llevaron el cuerpo embalsamado dentro de un ataúd metálico, y quienes alcanzaron a verlo siguieron repitiendo durante muchos años que no habían visto nunca una mujer más hermosa, ni viva ni muerta. De modo que cuando Billy Sánchez, entró por fin al hospital, el martes por la mañana, ya se había consumado el entierro en el triste panteón de la Manga, a muy pocos metros de la casa donde ellos habían descifrado las primeras claves de la felicidad. El médico asiático que puso a Billy Sánchez al corriente de la tragedia quiso darle unas pastillas calmantes en la sala del hospital, pero él las rechazó. Se fue sin despedirse, sin nada qué agradecer, pensando que lo único que necesitaba con urgencia era encontrar a alguien a quien romperle la madre a cadenazos para desquitarse de su desgracia.
Cuando salió del hospital, ni siquiera se dio cuenta de que estaba cayendo del cielo una nieve sin rastros de sangre, cuyos copos tiernos y nítidos parecían plumitas de palomas, y que en las calles de París había un aire de fiesta, porque era la primera nevada grande en diez años.